El Padre es el crudo rostro de la demencia senil. Hay pocos personajes y recursos en escena, y con ellos basta para experimentar un poco del enojo, desesperación y frustración que vive Anthony (Anthony Hopkins), que no entiende lo que está sucediendo y que a la par el espectador también intenta averiguar.
Ciudad de México, 4 de abril (SinEmbargo).– Con seis nominaciones en el bolsillo, la película El Padre protagonizada por Anthony Hopkins luchará en la competencia de los Óscar el próximo 25 de abril, y en lo que eso sucede podemos disfrutar de su estreno que tuvo lugar este fin de semana en la cartela mexicana.
La película dirigida por Florian Zeller se medirá en los SAG, los Bafta el próximo 10 abril, y finalmente competirá en la categorías de Mejor película, Mejor guión adaptado, Actor, Actriz de reparto por la actuación por Olivia Colman, Montaje y Diseño de Reproducción en los Óscar.
Anthony Hopkins no cambia su primer nombre ni su fecha de nacimiento para interpretar a un hombre aún fornido que experimenta poco a poco los síntomas de la demencia senil, una enfermedad tan presente en la población, pero tan poco concebida en la misma.
Anthony es un ingeniero retirado que disfruta de vivir sólo en su departamento en Londres. A sus 83 años gusta de escuchar música clásica y, en un inicio, el filme sugiere que es un hombre capaz de valerse por sí mismo pese a la insistencia de su hija Anne (Olivia Colman) que intenta contratar a una nueva trabajadora que pueda apoyarlo en el día a día, pues ella se irá de la ciudad y le preocupa la salud de su padre.
La supuesta pérdida del reloj de Anthony pone en alerta al espectador, algo no está bien, y nos ponemos en el lugar de Anne, su preocupación no es exagerada, la condición de su padre se deteriora.
La cinta es la obra prima de Florian Zeller, quien adaptó su propia obra teatral del mismo nombre para llevarla a la pantalla grande. Él siempre estuvo convencido que Hopkins debía tomar el papel protagónico y cambió hasta nombre y fecha de nacimiento del protagonista para que coincidieran con el del actor en la adaptación cinematográfica.
"Escribí el guión para él, era el deseo, el sueño", dijo el realizador francés en una entrevista a AFP.
Hopkins leyó el guión y sabía que quería hacer el personaje.
El Padre es el crudo rostro de la demencia senil. Hay pocos personajes y recursos en escena, y con ellos basta para experimentar un poco del enojo, desesperación y frustración que vive Anthony, que no entiende lo que está sucediendo y que a la par el espectador también intenta averiguar.
No es nada paranormal, pero la realidad se distorsiona como si lo fuera. "Algo raro está sucediendo", dice Anthony cuando la realidad que conocía parece más complicada que nunca y no recuerda el rostro del esposo de su hija o por qué no despertó en su cuarto.
Hopkins empatiza con el espectador. La frescura de un hombre mayor que bromea a su quiebre por la incertidumbre y confusión llevan la inevitable reflexión de la vejez, sobre que algún día también necesitaremos ayuda y que nos replanteemos ser más comprensivos con los mayores.
“Siento como si estuviera perdiendo todas mis hojas, como si mis ramas se volaran con el viento”, dice Anthony al tratar de explicar lo que experimenta.
El Padre llegó a las salas de cine desde el pasado 1 de abril. Sin duda es una excelente opción para volver a los cines y disfrutar de una película que ofrece una mirada a la muchas veces incomprendida vejez.